sábado, 24 de abril de 2010

EN EL BUS, CRONICA COTIDIANA EN EL BARRIO VENECIA



Cuando comienza a caer el día, me doy cuenta que es hora de regresar a casa, de inmediato, trato de salir a la avenida 68, después de todo por allí puedo regresar de una manera más o menos rápida en comparación con otras vías de acceso. Al subir al bus hago la pregunta que por costumbre u obligación realizamos la mayoría de personas, ¿Usted pasa por el puente de Venecia?.

Ante la respuesta afirmativa del conductor, me acomodo a realizar el largo viaje que conducirá hasta mi hogar después de una jornada agotadora de trabajo.

Observo que el bus no se encuentra en muy buenas condiciones para hacer todo el viaje, y más bien parece que puede dejarnos botados a todos los que aquí vamos, pues tiene muchas latas que le suenan, de los asientos de atrás, en algunos lugares van solo los tubos que alguna vez tuvieron  cojines, mientras aquellos que si tienen, muestarn huellas de como algunos vándalos han hecho su propósito, agujeros, en donde tenemos que sentarnos.

El conductor por su parte es un hombre de edad, gordo tal vez por la rutina de su trabajo y está acompañado por otro hombre quien es el que recibe el dinero del pasaje y da las vueltas, tal vez para que el conductor no se desconcentre de su trabajo. Aunque el mismo ayudante por irónico que parezca lo está distrayendo, después de todo los dos van en una charla sobre la última "tomata" del día anterior y lo "perro que es el chacho" que los adelanta en la ruta y no les ha dejado ni un pasajero, como quiera que sea la cosa sigue así, pienso en mi interior, se hacen los varados para dejarnos botados o esperar a que otro de la misma ruta nos haga el "transbordo", si es que pasa y tenemos paciencia para esperarlo.

El viaje como siempre ha sido un poco tedioso, escuchando esos vallenatos y brincando durante todo el camino todos esos huecos, con tan mala suerte que el bus parece no contar con buenos amortiguadores, por que cada vez que coge uno todo el bus parece que fuera a desbaratarse al estrépito de todos sus fierros.
 En medio del recorrido, mientras esperábamos en un semáforo en rojo, un hombre de rostro oscuro, tal vez curtido por el tiempo o por el sol, se acerca al bus y pregunta al conductor si le deja trabajar. El conductor, aunque miente, le dice que ya varias personas se han subido a eso mismo. Sin embargo el hombre, que va vestido de una blusa, ya sucia y va acompañado por un niño insiste:
- Es que ustedes nunca tocan nada de música que le gusta a uno - le dice el conductor al hombre que quiere subir a tocar música al bus.
- Y ¿qué es lo que le gusta a usted, heavy metal? - le dice el humilde hombre, con un tono entre broma y seriedad.
- !No hombre, si vé!, por ejemplo un pasillo - le responde el conductor, mirando al semáforo en espera de que este cambie a verde.
- Bueno, pues déjeme subir y verá que es bueno-
Finalmente el conductor al ver que el semáforo efectivamente ha cambiado, accede y le dice - ! súbase para ver que es lo que toca!.
Con presteza, tanto el hombre como su guitarra como el niño que lo acompaña corren a la parte trasera del bus, y entran para demostrar que es lo que saben hacer.


Al subir me doy cuenta que es un hombre que refleja más sufrimiento del que pudiera esperar, su rostro en efecto está oscurecido, sus ojos brillan pero en una forma un poco melancólica y su cuerpo muy desgarbado podría decir cuanta hambre ha tenido que pasar, lo cubre una camisa sobre la cual tiene camiseta amarilla, ya oscurecida por la suciedad. En sus manos, una desvencijada guitarra, con parches por todos lados, lo cual deja entrever que fué reconstruida de una forma tal como pudo su dueño. Por lo demás posee cuatro de las seis cuerdas que debería poseer.

De inmediato, el hombre comienza a interpretar una canción con aire de tango, el desafine de las cuerdas es disimiulado por la voz y lo pausado de los acordes, como puede ser lógico la letra es de aquellas de desengaño y final triste. La gente que va en la parte delantera del bus, gracias a la disposición de las sillas se miran unas a otras como queriendo expresar que después de todo no lo hace tan mal y ha sido un poco de suerte la que le ha faltado al intérprete para tener una mejor vida. Con ganas, el hombre rasga las cuerdas de la guitarra, mostrándo a su público su afán de interpretar un buen ritmo. Cuando acaba se aplaude a si mismo y tomando aire comienza a interpretar una de esas canciones de aire popular, entre carrilera y mexicana, esta vez con el acompañamiento de la voz del niño, que entre acordes lanza gritos como es típico de estas canciones.

Con aire de pesar el hombre una vez termina. Comienza a contar  sus triste historia: Señoras y señores, espero no intrrumpirlos a aquellos que están escuchando la radio o en su meditación a aquellos que están meditando.-

Mientras dice esto el bus tiene que frenar, por que otro bus le ha adelantado sin pedir vía y en un acto instantáneo el conductor frena con el fin de no estrellarse ante la imprudencia del otro conductor.
El hombre que está hablando, tal vez acostumbrado, hace silencio y se agarra tan fuerte como puede y queda sujeto a las barras del techo, con tan sólo una mano y muestra en su rostro el dolor inexpresable que la maniobra le debe haber causado. Con frialdad, mira hacia delante y continua su triste historia:

Espero les haya gustado las dos canciones que hemos interpretado, nosotros no somos de aquí venimos del sur de Boyacá por lo dificil que está la situación, hay muchas necesidades. Pero sabemos que sin tener que robarle a nadie podemos salir adelante...gracias por la colaboración que puedan brindarnos. ! Cualquier monedita es ayuda ! . - termina diciendo

El niño pasa entonces por cada puesto, su rostro no es ya la de un niño ingenuo, sino todo lo contrario, la de un ser que ha pasado los mismos sufrimientos de su acompañante, tal vez pudiera afirmarse, aunque sin certeza, su padre o algún familiar. Con una mirada ansiosa, va recibiendo las monedas de unos pocos que deciden ayudar y que estan a su vez prestos a su bajada. Ya estamos cerca de los puentes de venecia.

En efecto parecn divisarse a lo lejos los puentes de Venecia, me doy cuenta que ya falta poco para llegar al barrio Fatima, a casa. Sin embargo la hora quizás impida llegar tan rápido como pudiera esperarse, pues al mismo tiempo se empieza a ver la larga fila de buses blancos que empiezan a formar el monumental trancón que es característico debajo de los puentes de Venecia a esta hora, casi las seis de la tarde.

Mientras estamos en el trancón, el conductor aprovecha y al observar la señora que vende frutas la silba, para que acuda a su llamado. La señora de inmediato, acude a la ventana del conductor y le pregunta que quiere. El conductor le pregunta si tiene trozos de mango viche con sal. Por supuesto que la señora tenía de eso, además en su carrito de madera, que estaba apoyado en dos llantas de carro: salpicón, rebanadas de piña, coco envuelto en bolsitas transparentes, mangos sin pelar y hasta manzanas. La bolsa de tajadas de mango que la señora le vende al conductor va tambien envuelta en bolsas y lleva además un palillo, para que con este se puedan deleitar una a una los trozos que han sido salados con anterioridad.

A medida que avanza el bus, entramos a la parte comercil del barrio Venecia. Desde la ventana se pueden observar la multitud de comerciantes se aposta cerca de la avenida, en sus andenes, siempre pendientes que no venga la policía a hacerles algún decomiso o ha llevárselos para la estación como ha ocurrido en muchos lugares dondequiera que haya vendedores ambulantes. Quienes no tiene ningún inconveniente en cargar su mercancía en maletines, mantas de tela, cajas de cartón, o cualquier cosa que disimule y que permite la rápida huida en caso de presentarse alguna situación adversa.


Hemos avanzado ya unas cuadras, el conductor tiene entonces que orillarse por cuanto escucha el timbre en la parte posterior del bus. Una vez se han terminado de bajar, un niño que siempre se hace en los andenes del barrio con su "cajita de frunas", corre y se sube al bus, tán rapido como puede sin que el conductor pueda aún cerrar la puerta. Tal vez este niño haya tenido oportunidad de pedirle permiso al conductor, pero como pudo haberle pasado ya en muchas ocasiones, es de imaginar, ellos, los conductores, le responden: ! No, porque se acabaron de subir !. Algunas veces ellos dicen la verdad pero la mayoría de casos lo hacen para salir de la situación y no dar la negativa de una forma directa. 

Este niño, quizas a lo sumo de 6 años, comienza a repartir en las manos de aquellos que van sentados en el bus los paqueticos de "frunas", la mayoría los recibe sin importan si lo van a comprar o no. Cuando acaba de repartir de atras hacia adelante, comienza a decir, un discurso un tanto similar al recitado anteriormente, con ligeras modificaciones:

"Damas y caballeros, me disculpan si vengo a interrumpirlos en su conversación o aquellos que están pensando. En el día de hoy les vengo trayendo estos paqueticos de "frunas", por un costo y un valor de tan solo 200 pesos, para mayor economía tres en 500. Agradezco a las personas de buena voluntad que quieran ayudarme llevan uno o tres paqueticos. No olviden, uno en 200 y tres en 500."

Dentro de la gente que le escucha, ya acostumbrada a este tipo de discursos, algunos deciden, más que por las ganas de consumir el producto con un poco de pesar, comprar uno y hasta lo tres paquetes. El niño recoge rápidamente la mercancía y baja del bus tan veloz como lo hizo para subir.

Esta vez el trancón está un poco más pesado de lo normal, la razón una estrellada más adelante, entre dos buses, en una situación muy similar a la que casi vivimos cuando el señor de la guitarra estaba tocando tango. Como la calle es un poco angosta, pues tan solo dos carriles, tres si uno se descuida y casi atropellando a los peatones que esperan el bus. Entonces el flujo de vhículos se tiene que estrangular a un solo carril haciendo más lenta y tortuosa la situación.

Como es típico en estos casos, esta vez no hay policías de transito que ayuden a resolver la discusión sobre "quien tuvo la culpa", ni para mover los vehiculos que obstaculizan la vía.
Es tal el flujo de vehículos, que la escena se torna en un concierto de pitos de los carros que pelean, en su afán de entrar al carril que ahún circula. El desorden y la apariencia de caos es total.

Tal vez mañana, cuando regrese la situación sea distinta, porque el día de hoy nos ha costado casi 20 minutos en pasar este sector.










3 comentarios:

  1. SE BUSCA
    Su nombre es Putin

    Es un gato parecido a los californianos, es macho, tiene alrededor de 6 meses, su pelaje es gris con negro, es mediano, maúlla mucho.
    Se extravió el sábado 28, por este sector, cerca de la iglesia palabra de vida.
    Si conoces el paradero o tienes información de nuestro gato contáctanos, a los números 322 2335038, 317 7411731 o 4834093
    O acércate a la dirección Dig 46 A #53ª52 sur.
    ¡Por favor hay una niña en casa que sufre y lo espera!

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  2. SE BUSCA
    Su nombre es Putin

    Es un gato parecido a los californianos, es macho, tiene alrededor de 6 meses, su pelaje es gris con negro, es mediano, maúlla mucho.
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